9 No os quejéis, hermanos, unos de otros, para que no seáis condenados; el juez ya está a las puertas.
10 Como ejemplo de sufrimiento y de paciencia, tenéis a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
11 Consideramos dichosos a los que supieron mantenerse firmes. Más aún, tenéis conocimiento de la firmeza de Job, y ya veis el feliz desenlace a que lo condujo el Señor; porque el Señor es compasivo y misericordioso.
12 Pero, ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento. Cuando digáis “sí”, sea sí; y cuando digáis “no”, sea no. De ese modo no incurriréis en condenación.
13 ¿Sufre alguno de vosotros? Que ore. ¿Está gozoso? Que alabe al Señor.
14 ¿Ha caído enfermo? Que mande llamar a los presbíteros de la Iglesia para que lo unjan con aceite en el nombre del Señor y hagan oración por él.
15 La oración hecha con fe sanará al enfermo; el Señor lo restablecerá y le serán perdonados los pecados que haya cometido.