6 —Porque yo estaba en el monte Guilboa, y vi que Saúl se apoyaba en su lanza, y los enemigos lo tenían rodeado.
7 Cuando él me vio me pidió que me acercara.
8 “¿Quién eres?” me preguntó. “Soy un amalecita”, le respondí.
9 “Entonces me dijo en tono suplicante: “Ven y pon fin a mi angustia, pues estoy sufriendo terriblemente y no acabo de morir”.
10 Así que me acerqué y lo maté, pues vi que no le quedaba ninguna esperanza de vida.a Tomé luego su corona y uno de sus brazaletes para traérselos a usted, SEÑOR mío.
11 David y sus hombres rasgaron su ropa en señal de dolor cuando oyeron aquellas noticias.
12 Hicieron duelo, lloraron y ayunaron todo aquel día por Saúl, por su hijo Jonatán y por el pueblo del SEÑOR que habían muerto ese día.