1 »Hombre mortal, toma una espada afilada y empléala como navaja de peluquero para afeitar tu cabeza y barba; emplea luego una balanza para pesar el pelo en tres partes iguales.
2 Coloca un tercio en el centro del mapa de Jerusalén. Quémalo allí después del sitio. Esparce otro tercio por tu mapa y da cuchilladas sobre él. Esparce el último tercio al viento, pues yo perseguiré a mi pueblo con los terrores de la guerra.
3 Conserva sólo un poco del pelo atrapándolo con tu manto;
4 luego saca unos pocos pelos y arrójalos al fuego, pues este poco representa un grupo de sobrevivientes del que posteriormente vendrá alguien como un fuego contra Israel».