2 —¿De dónde vienes? —le preguntó el SEÑOR al acusador. Y éste respondió: —De rondar la tierra.
3 —Bien, ¿te fijaste en mi siervo Job? —preguntó el SEÑOR—. Es el mejor hombre de toda la tierra; hombre que me teme y se abstiene de todo mal. Ha mantenido su fe en mí no obstante haberme incitado tú a que te dejara perjudicarlo sin causa alguna.
4-5 —¿Y qué si lo perjudico en carne propia? —respondió el acusador—. El hombre dará cualquier cosa por salvar su vida. ¡Dáñalo con una enfermedad, y te maldecirá en tu propia cara!
6 —Haz con él como quieras —respondió el SEÑOR—, pero no le quites la vida.
7 Entonces el ángel acusador salió de la presencia del SEÑOR e hizo brotar en Job dolorosas llagas desde la cabeza hasta los pies.
8 Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente.
9 Su esposa le reprochó:—¿Persistes en tu vida piadosa viendo todo lo que Dios te ha hecho? ¡Maldícelo y muérete!