31 A ninguno de mis siervos dejé pasar hambre.
32 Jamás rechacé a los extranjeros; mis puertas estuvieron abiertas para todos.
33 Jamás traté de ocultar mis pecados como el común de la gente,
34 por temor a la multitud y a su desprecio, negándome a reconocer mi transgresión.
35 »¡Cómo quisiera que Dios me escuchara! Estampo aquí mi firma; que me responda el Todopoderoso. Si él quiere contender conmigo, que lo haga por escrito.
36 Llevaré esta acusación como una corona.
37 Entonces yo le contaría exactamente lo que hice y por qué y le presentaría mi defensa como quien es escuchado por él.