14 Ante todo esto, ¿qué podemos decir? ¿Es Dios injusto? ¡Claro que no!
15 Es un hecho que Dios le dijo a Moisés:“Tendré misericordia de quien yo quiera, y de quien yo quiera me apiadaré”.
16 Por eso, las bendiciones de Dios no las obtienen quienes las quieran, ni quienes se esfuercen por obtenerlas. Dependen de que Dios tenga misericordia de ellos,
17 porque la Escritura le dice esto al faraón:“Te hice rey precisamente para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea proclamado en el mundo entero.”
18 Como ven, Dios se apiada de quien él quiere, y endurece a quien él quiere endurecer.
19 Entonces, me dirás: “¿Por qué nos condena Dios si nadie puede oponerse a lo que él quiere hacer?”
20 Y yo respondo: “¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Podrá un objeto decirle a quien lo hizo: `¿Por qué me has hecho así?’”