1 Después recibí otro mensaje del Señor:
2 «Hijo de hombre, enfrenta a Jerusalén con sus pecados detestables.
3 Dale este mensaje de parte del Señor Soberano: “¡No eres más que una cananea! Tu padre era amorreo y tu madre hitita.
4 El día en que naciste, nadie se preocupó por ti. No te cortaron el cordón umbilical ni te lavaron ni te frotaron con sal ni te envolvieron en pañales.
5 Nadie puso el más mínimo interés en ti; nadie tuvo compasión de ti ni te cuidó. El día de tu nacimiento, no fuiste deseada; te arrojaron en el campo y te abandonaron para que murieras.