40 »Ustedes, hermanas, enviaron mensajeros a tierras lejanas para conseguir hombres. Cuando ellos llegaron, ustedes se bañaron, se pintaron los párpados y se pusieron sus mejores joyas para recibirlos.
41 Se sentaron junto a ellos en un sofá con hermosos bordados y pusieron mi incienso y mi aceite especial sobre una mesa servida ante ustedes.
42 Desde su habitación llegaba el ruido de muchos hombres en plena juerga. Eran hombres lujuriosos y borrachos provenientes del desierto, que les pusieron brazaletes en las muñecas y hermosas coronas sobre la cabeza.
43 Entonces dije: “Si realmente quieren tener sexo con prostitutas viejas y estropeadas como estas, ¡que lo hagan!”.
44 Y eso fue lo que hicieron. Tuvieron sexo con Aholá y Aholibá, esas prostitutas desvergonzadas.
45 Sin embargo, gente recta juzgará a esas ciudades hermanas por lo que verdaderamente son: adúlteras y asesinas.
46 »Ahora bien, esto dice el Señor Soberano: manda a un ejército contra ellas y entrégalas para que las aterroricen y las saqueen.