1 Me dije a mí mismo:«Mientras esté ante gente malvadavigilaré mi conducta,me abstendré de pecar con la lengua,me pondré una mordaza en la boca.»
2 Así que guardé silencio, me mantuve callado.¡Ni aun lo bueno salía de mi boca!Pero mi angustia iba en aumento;
3 ¡el corazón me ardía en el pecho!Al meditar en esto, el fuego se inflamóy tuve que decir:
4 «Hazme saber, Señor, el límite de mis días,y el tiempo que me queda por vivir;hazme saber lo efímero que soy.
5 Muy breve es la vida que me has dado;ante ti, mis años no son nada.Un soplo nada más es el mortal, Selah
6 un suspiro que se pierde entre las sombras.Ilusorias son las riquezas que amontona,pues no sabe quién se quedará con ellas.
7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?¡Mi esperanza he puesto en ti!
8 Líbrame de todas mis transgresiones.Que los necios no se burlen de mí.
9 »He guardado silencio; no he abierto la boca,pues tú eres quien actúa.
10 Ya no me castigues,que los golpes de tu mano me aniquilan.
11 Tú reprendes a los mortales,los castigas por su iniquidad;como polilla, acabas con sus placeres.¡Un soplo nada más es el mortal! Selah
12 »Señor, escucha mi oración,atiende a mi clamor;no cierres tus oídos a mi llanto.Ante ti soy un extraño,un peregrino, como todos mis antepasados.
13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarmeantes que me muera y deje de existir.»