4 Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
5 así como la comida de su mesa, y los asientos que ocupaban sus siervos, y la apariencia y los vestidos de los que le servían, y sus maestresalas y los holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó sin aliento.
6 Y dijo al rey: Es verdad lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;
7 pero yo no creía las palabras hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad. Tu sabiduría y tus bienes son mayores que la fama que yo había oído.
8 ¡Dichosos tus hombres, dichosos éstos tus siervos, que están continuamente delante de ti y oyen tu sabiduría!
9 ¡Bendito sea Jehová tu Dios que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel! Porque Jehová ha amado siempre a Israel, y te ha puesto como rey para que gobiernes con derecho y justicia.
10 Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, y mucha especiería y piedras preciosas. Nunca vino tan gran cantidad de especias, como la que la reina de Sabá dio al rey Salomón.