34 Pero no quitaré todo el reino de sus manos, sino que lo haré gobernante todos los días de su vida, por amor a David, mi siervo, al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos;
35 pero yo quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti, esto es, las diez tribus.
36 Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga una lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner allí mi nombre.
37 Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que desee tu alma, y serás rey sobre Israel.
38 Y sucederá que si escuchas todas las cosas que te mande, y andas en mis caminos, y haces lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te edificaré una casa firme, como la edifiqué a David, y te entregaré a Israel.
39 Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, pero no para siempre.
40 Procuró, por tanto, Salomón matar a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac, rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón.