38 Y Simei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.
39 Y aconteció que pasados tres años, dos siervos de Simei huyeron a Aquis hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
40 Entonces se levantó Simei y ensilló su asno y fue a Gat a ver a Aquis, a buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei y trajo sus siervos de Gat.
41 Se le dijo luego a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat y que había vuelto.
42 Entonces el rey envió e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te hice jurar yo por Jehová y te advertí, diciendo: El día en que salgas y vayas acá o allá, ten por cierto que morirás? Y tú me dijiste: La palabra es buena; yo la obedezco.
43 ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová ni el mandamiento que yo te impuse?
44 Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe que cometiste contra mi padre David; Jehová, pues, ha hecho recaer el mal sobre tu cabeza.