26 Ahora, pues, oh Dios de Israel, te ruego que se cumpla tu palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre.
27 Pero, ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?
28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo y a su plegaria, oh Jehová, Dios mío, escuchando el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti:
29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que escuches la oración que tu siervo haga hacia este lugar.
30 Escucha, pues, la oración de tu siervo y de tu pueblo Israel; cuando oren hacia este lugar, escucha tú en el lugar de tu habitación en los cielos; escucha y perdona.
31 Si alguno peca contra su prójimo, y le toman juramento haciéndole jurar, y llega el juramento ante tu altar en esta casa,
32 escucha desde el cielo, y actúa, y juzga a tus siervos, condenando al malvado, haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.