3 Y envió a decir Salomón a Hiram, rey de Tiro: Haz conmigo como hiciste con David, mi padre, enviándole cedros para que edificara para sí casa en que habitar.
4 He aquí, yo voy a edificar una casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático delante de él, y para la colocación continua de los panes de la proposición, y para los holocaustos de la mañana y de la tarde, y de los días de reposo, y de las lunas nuevas y de las fiestas solemnes de Jehová nuestro Dios; esto será perpetuo en Israel.
5 Y la casa que voy a edificar ha de ser grande, porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses.
6 Pero, ¿quién será capaz de edificarle una casa, puesto que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerle? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique una casa, aunque sólo sea para quemar ofrendas delante de él?
7 Envíame, pues, ahora un hombre hábil, que sepa trabajar en oro, y en plata, y en bronce, y en hierro, y en púrpura, y en grana y en azul, y que sepa esculpir con los maestros que están conmigo en Judá y en Jerusalén, los cuales preparó mi padre David.
8 Envíame también del Líbano madera de cedro, de ciprés y de sándalo, porque yo sé que tus siervos saben cortar los árboles del Líbano; y he aquí, mis siervos estarán con los tuyos,
9 para que me preparen mucha madera, porque la casa que voy a edificar ha de ser grande y maravillosa.