6 Por lo cual el rey llamó a Joiada, el principal sacerdote, y le dijo: ¿Por qué no has procurado que los levitas traigan de Judá y de Jerusalén al tabernáculo del testimonio la contribución que Moisés, siervo de Jehová, impuso sobre la congregación de Israel?
7 Porque los hijos de la perversa Atalía habían destruido la casa de Dios, y además habían usado para los ídolos todas las cosas consagradas de la casa de Jehová.
8 Mandó, pues, el rey que hiciesen un cofre, el cual pusieron fuera a la puerta de la casa de Jehová;
9 e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, que trajesen a Jehová la contribución que Moisés, siervo de Dios, había impuesto a Israel en el desierto.
10 Y todos los jefes y todo el pueblo se regocijaron, y trajeron sus contribuciones y las echaron en el cofre hasta llenarlo.
11 Y sucedió que cuando llegaba el tiempo en que los levitas debían llevar el cofre al poder del rey, y cuando veían que había mucho dinero, iban el escriba del rey y el oficial del sumo sacerdote y llevaban el cofre, y lo vaciaban y lo volvían a poner en su lugar; y así lo hacían de día en día y recogían mucho dinero.
12 Y el rey y Joiada daban el dinero a los que hacían el trabajo del servicio de la casa de Jehová; y tomaban canteros y carpinteros que reparasen la casa de Jehová, y artífices en hierro y en bronce para reparar la casa de Jehová.