2 Y el rey había tomado consejo con sus príncipes y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la Pascua en el mes segundo,
3 porque no la habían podido celebrar a su debido tiempo, por cuanto los sacerdotes no se habían santificado suficientemente, ni el pueblo se había reunido en Jerusalén.
4 Esto agradó al rey y a toda la congregación.
5 Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar en Jerusalén la Pascua a Jehová Dios de Israel, porque en mucho tiempo no la habían celebrado como está escrito.
6 Fueron, pues, mensajeros con cartas de parte del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, que decían: Hijos de Israel, volveos a Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto de vosotros que habéis escapado de manos de los reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres ni como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová, el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.
8 No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el furor de su ira se apartará de vosotros.