28 Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén y no vio el rostro del rey.
29 Y Absalón mandó buscar a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso venir a él; y envió a buscarlo por segunda vez, pero tampoco quiso venir.
30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto a mi lugar, y allí tiene su cebada; id y prendedle fuego; y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.
31 Entonces se levantó Joab, y fue a casa de Absalón y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo?
32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí, yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, a fin de enviarte yo al rey a decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido quedarme allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay pecado en mí, que me mate.
33 Fue, pues, Joab al rey y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, y se postró sobre su rostro en tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.