23 Y todo el país lloraba en alta voz; pasó luego toda la gente el torrente Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el pueblo pasó al camino que va al desierto.
24 Y he aquí, también iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del convenio de Dios; y asentaron el arca del convenio de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad.
25 Pero dijo el rey a Sadoc: Haz volver el arca de Dios a la ciudad; si yo hallo gracia ante los ojos de Jehová, él me hará volver y me permitirá ver el arca y su morada.
26 Y si dice: No me complazco en ti; heme aquí, que haga de mí lo que bien le parezca.
27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y vuelvan con vosotros vuestros dos hijos: tu hijo Ahimaas y Jonatán hijo de Abiatar.
28 Mirad, yo me detendré en los llanos del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me dé noticias.
29 Entonces Sadoc y Abiatar hicieron volver el arca de Dios a Jerusalén y se quedaron allá.