3 Pero el pueblo dijo: No saldrás, porque si nosotros huimos, no harán caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; pero tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Será, pues, mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad.
4 Entonces el rey les dijo: Yo haré lo que bien os parezca. Y se puso el rey al lado de la puerta, mientras salía todo el pueblo por centenares y por millares.
5 Y el rey mandó a Joab, y a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor a mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando el rey dio órdenes acerca de Absalón a todos los jefes.
6 Salió, pues, el pueblo al campo contra Israel, y se libró la batalla en el bosque de Efraín;
7 y allí cayó el pueblo de Israel delante de los siervos de David, y aquel día se hizo allí una gran matanza de veinte mil hombres.
8 Y la batalla se extendió por todo el territorio, y fueron más los que devoró el bosque aquel día que los que devoró la espada.
9 Y Absalón se encontró con los siervos de David; e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo pasó por debajo del espeso ramaje de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y quedó suspendido entre el cielo y la tierra, y el mulo en que iba siguió de largo.