4 es como la luz de la mañana cuando sale el sol en una mañana sin nubes; como la hierba de la tierra brota por el resplandor después de la lluvia.
5 ¿No es así mi casa para con Dios? Pues él ha hecho convenio eterno conmigo, bien ordenado en todas las cosas y seguro. Aunque todavía no haya hecho florecer toda mi salvación y todo mi deseo.
6 Pero los malvados, todos ellos, serán como espinos desechados, los cuales nadie toma con la mano;
7 y quien quiere tocarlos se arma de un hierro y del asta de una lanza, y son del todo quemados en su lugar.
8 Éstos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet, el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino, el eznita, que mató en una ocasión a ochocientos hombres.
9 Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, el ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y los hombres de Israel se alejaron.
10 Éste se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó y se le quedó pegada a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y el pueblo se volvió en pos de él solamente para tomar el botín.