3 Entonces fueron Moisés y Aarón a Faraón y le dijeron: Jehová, el Dios de los hebreos, ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirva.
4 Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré langosta sobre tu territorio,
5 la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que se salvó, lo que os haya quedado del granizo; comerá asimismo todo árbol que os produce fruto en el campo.
6 Y llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos existieron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de la presencia de Faraón.
7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será éste una trampa para nosotros? Deja ir a estos hombres para que sirvan a Jehová, su Dios. ¿Todavía no sabes que Egipto está destruido?
8 Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová, vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
9 Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir, porque tenemos que celebrar fiesta solemne a Jehová.