4 Y Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana, y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra.
5 Y Jehová descendió en la nube y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.
6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, Dios misericordioso y piadoso, tardo para la ira y abundante en benignidad y verdad,
7 que guarda la misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación.
8 Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró,
9 diciendo: Si ahora, Señor, he hallado gracia ante tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros, porque éste es pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos como herencia tuya.
10 Y él dijo: He aquí, yo hago convenio; delante de todo tu pueblo haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra ni en nación alguna; y verá todo el pueblo, en medio del cual estás tú, la obra de Jehová, porque será cosa asombrosa la que yo haré contigo.