6 Y sucedió que al cabo de muchos días me dijo Jehová: Levántate, y ve al Éufrates y toma de allí el cinto que te mandé esconder allá.
7 Entonces fui al Éufrates, y cavé y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido; y he aquí que el cinto se había podrido; ya no servía para nada.
8 Y vino a mí la palabra de Jehová, diciendo:
9 Así ha dicho Jehová: Así haré podrir la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén.
10 Este pueblo malo, que no quiere escuchar mis palabras, que anda en las imaginaciones de su corazón, y que va en pos de dioses ajenos para servirles y para postrarse ante ellos, vendrá a ser como este cinto que ya no sirve para nada.
11 Porque como el cinto se ajusta a los lomos del hombre, así hice que se ajustara a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, dice Jehová, para que fuesen mi pueblo y para renombre, y para alabanza y para honra; pero no escucharon.
12 Les dirás, pues, esta palabra: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Todo odre se llenará de vino. Y ellos te dirán: ¿Acaso no sabemos que todo odre se llenará de vino?