8 Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desolación, en tierra no habitada.
9 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Rebuscarán como a una vid el remanente de Israel; vuelve a pasar tu mano como vendimiador entre los sarmientos.
10 ¿A quién tengo que hablar y amonestar para que escuchen? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden oír; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa; no se deleitan en ella.
11 Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehová; estoy cansado de contenerme; derrámala sobre los niños en la calle y sobre la reunión de los jóvenes juntamente, porque será preso tanto el marido como la mujer, tanto el anciano como el lleno de días.
12 Y sus casas serán entregadas a otros, sus campos y también sus esposas, porque yo extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová.
13 Porque desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.
14 Y curan el quebranto de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; pero no hay paz.