7 No debe contaminarse por su padre, ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana cuando ellos mueran, porque la consagración de su Dios lleva sobre su cabeza.
8 Todo el tiempo de su nazareato será santo a Jehová.
9 Y si alguno muere repentinamente junto a él, y contamina la cabeza de su nazareato, entonces el día de su purificación se rapará la cabeza; al séptimo día se la rapará.
10 Y al octavo día traerá dos tórtolas o dos pichones al sacerdote, a la entrada del tabernáculo de reunión;
11 y el sacerdote ofrecerá uno como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto; y hará expiación por él por lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día.
12 Y consagrará a Jehová los días de su nazareato, y traerá un cordero de un año como ofrenda por la culpa; y los días anteriores serán anulados, por cuanto fue contaminado su nazareato.
13 Ésta es, pues, la ley del nazareo el día en que se cumpla el tiempo de su nazareato: Vendrá a la entrada del tabernáculo de reunión,