31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
32 Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
34 Si alguno tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.