2 al observar vuestra conducta casta y respetuosa.
3 El adorno de ellas no sea el externo, con peinados ostentosos, con adornos de oro ni con ropas lujosas,
4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu agradable y apacible, que es de gran estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos,
6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la que vosotras sois hechas hijas, si hacéis el bien, sin tener ningún temor.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas con comprensión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
8 Y finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;