2 pues aun habiendo padecido antes, y sido afrentados en Filipos, como sabéis, tuvimos valentía en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición.
3 Porque nuestra exhortación no procedió de error, ni de impureza, ni fue por engaño,
4 sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones.
5 Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;
6 ni buscamos gloria de los hombres, ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.
7 Antes bien, fuimos afectuosos entre vosotros como la que cría con ternura a sus hijos.
8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy queridos.