15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo hacerle frente al viento, nos dejamos llevar a la deriva.
16 Y habiendo navegado al abrigo de una pequeña isla que se llama Clauda, apenas pudimos sujetar el esquife;
17 y una vez subido éste a bordo, usaban refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de que diesen en las arenas de Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva.
18 Pero siendo azotados por una furiosa tempestad, al siguiente día comenzaron a aligerar la nave.
19 Y al tercer día, con sus propias manos, arrojaron los aparejos de la nave.
20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.
21 Entonces Pablo, ya que hacía mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido en verdad conveniente, oh varones, haberme oído y no zarpar de Creta, para así evitar este peligro y pérdida.