8 y saltando, se puso de pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando y alabando a Dios.
9 Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
10 Y reconocieron que él era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y de espanto por lo que le había acontecido.
11 Y mientras el cojo que había sido sanado seguía aferrado a Pedro y a Juan, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón.
12 Y al ver esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto?, o, ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si con nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?
13 El Dios de Abraham, y de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad.
14 Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,