28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera.
29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con toda osadía hablen tu palabra,
30 mientras extiendas tu mano para que se hagan sanidades, y milagros y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
31 Y después que hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con osadía.
32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía que era suyo nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
33 Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y había abundante gracia sobre todos ellos.
34 Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido