31 Y de esta manera también los principales sacerdotes, burlándose, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, pero a sí mismo no puede salvarse.
32 ¡El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos! También los que estaban crucificados con él le insultaban.
33 Y cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34 Y a la hora novena, exclamó Jesús a gran voz, diciendo: ¡Eloi, Eloi!, ¿lama sabactani?, que interpretado quiere decir: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado?
35 Y al oírle algunos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama a Elías.
36 Y corrió uno y, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Pero Jesús, dando una gran voz, expiró.