4 Pero ellos callaron. Él, tomándolo, lo sanó y lo despidió.
5 Y dirigiéndose a ellos, dijo:—¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea sábado?
6 Y no le podían replicar a estas cosas.
7 Observando cómo los convidados escogían los primeros asientos a la mesa, les refirió una parábola, diciéndoles:
8 «Cuando seas convidado por alguien a unas bodas no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,
9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: “Da lugar a éste”, y entonces tengas que ocupar avergonzado el último lugar.
10 Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: “Amigo, sube más arriba.” Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa.