35 Jesús lo reprendió, diciendo:—¡Cállate y sal de él!Entonces el demonio, derribándolo en medio de ellos, salió de él sin hacerle daño alguno.
36 Todos estaban maravillados, y se decían unos a otros:—¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus impuros, y salen?
37 Y su fama se difundía por todos los lugares de la región.
38 Entonces Jesús se levantó, salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.
39 E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo:—¡Tú eres el Hijo de Dios!Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.