2 inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
3 Entonces vinieron a él unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro.
4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, quitaron parte del techo de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico.
5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:—Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban para sí:
7 «¿Por qué habla éste de ese modo? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?»
8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les preguntó:—¿Por qué pensáis así?