26 Jesús lo envió a su casa, diciendo:—No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.,
27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles:—¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28 Ellos respondieron:—Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
29 Entonces él les dijo:—Y vosotros, ¿quién decís que soy?Respondiendo Pedro, le dijo:—Tú eres el Cristo.
30 Pero él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.
31 Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de tres días.
32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomó aparte y comenzó a reconvenirlo.