28 Pero uno de los soldados le dijo:—Su padre ha hecho un juramento. Cualquiera que coma algo hoy, quedará bajo maldición y será condenado a muerte. Por eso, aunque estamos muy cansados, no hemos comido nada.
29 Jonatán respondió:—¡Con ese juramento mi padre le ha hecho mucho daño al pueblo! Si yo, con un poco de miel, he recobrado las fuerzas,
30 imagínense cómo habría sido si el ejército hubiera comido hoy de la comida de nuestros enemigos: ¡su victoria habría sido mayor!
31 La batalla se extendió desde Micmás hasta Aialón, y no paró hasta que los israelitas derrotaron a los filisteos. Pero los israelitas terminaron muy cansados,
32 así que esa misma noche tomaron las ovejas, vacas y terneros que les habían quitado a los filisteos, y los mataron, comiéndose la carne con todo y sangre.
33 Pero alguien le dijo a Saúl:—La gente está comiendo carne con sangre, y Dios nos ha prohibido hacer eso.Enojado, Saúl dijo:—¡Ustedes nunca obedecen a Dios! Tráiganme pronto una piedra grande, y díganle a la gente que traiga aquí su toro o su oveja.
34 Que los maten aquí, y se los coman sin sangre. Así no ofenderán a Dios.Esa misma noche cada uno llevó su propio toro y lo sacrificó allí.