23 Después que mi padre murió y fue al lugar de los dioses, decidí que la gente que vive en mi reino debe gozar de tranquilidad, para que pueda seguir adelante con su vida.
24 Mi padre quería que todos vivieran según las costumbres griegas. Pero he sabido que los judíos no quieren hacerlo, sino que prefieren seguir sus propias leyes y costumbres.
25 Como quiero que también ellos vivan en paz, he decidido que se les devuelva su templo y se les permita vivir como lo hacían sus antepasados.
26 Por eso, manda a tus representantes, para que comuniquen a los judíos mi decisión, y hagan las paces con ellos. Así podrán estar tranquilos y seguir adelante con su vida».
27 La carta que el rey Antíoco le envió al pueblo judío decía:«Yo, el rey Antíoco Eupátor, saludo a la junta de los jefes del pueblo, y a todos los judíos.
28 Les deseo que estén bien de salud, como lo estamos nosotros.
29 Menelao, jefe de los sacerdotes, me dijo que ustedes quieren regresar a sus hogares.