27 El malvado Alcimo, con sus diabólicas acusaciones, hizo enojar mucho al rey. Por eso el rey le envió una carta a Nicanor. En esa carta le ordenaba apresar de inmediato a Judas Macabeo y enviarlo a Antioquía, pues no aceptaba el acuerdo que habían hecho.
28 Cuando Nicanor recibió la carta, no supo qué hacer. Sabía que no era correcto romper el acuerdo con Judas, pues éste no había hecho ningún mal.
29 Pero como no podía ir en contra del rey, comenzó a buscar la oportunidad de cumplir con esa orden por medio del engaño.
30 Judas comenzó a sospechar que algo andaba mal, pues Nicanor ya no era el mismo con él, y lo trataba con dureza y frialdad. Así que reunió a sus seguidores y no volvió a encontrarse con Nicanor.
31 Nicanor descubrió que Judas se había adelantado a sus planes y se le había escapado. Por eso fue al santo y precioso templo, y les ordenó a los sacerdotes que le entregaran a Judas. A esa hora ellos estaban presentando sus ofrendas.
32 Ellos le juraron que no sabían dónde estaba.
33 Entonces Nicanor extendió su mano derecha hacia el templo y juró: «Si ustedes no me entregan preso a Judas, destruiré por completo este templo y su altar, y aquí mismo construiré un templo grandioso para el dios Baco».