1 Simón, el que había mentido acerca del tesoro del templo y había traicionado a su patria, comenzó a hablar mal de Onías, acusándolo de lo que le había pasado a Heliodoro.
2 Hasta se atrevió a decir que Onías era enemigo de la nación. Pero todo eso era mentira, pues Onías no hacía otra cosa que servir a la ciudad, defender a sus compatriotas y obedecer fielmente las leyes.
3 Tanto creció el odio entre ellos, que hasta uno de los seguidores de Simón cometió varios crímenes.
4 Onías vio que este odio le podría traer muchos problemas. Para colmo de males, Apolonio hijo de Menesteo, que era general de los ejércitos de Celesiria y Fenicia, apoyaba a Simón en su maldad.
5 Por eso Onías decidió presentarse ante el rey, no para acusar a sus compatriotas, sino para buscar el bien de toda la nación.