15 En cambio, a nosotros nos castiga en cuanto pecamos.
16 Así Dios nos muestra su misericordia, pues él nunca nos abandona, ni siquiera cuando nos castiga con alguna desgracia.
17 Bueno, como ya les hice esta aclaración, podemos ahora continuar con nuestra historia.
18 Al anciano Eleazar, que era una persona de aspecto distinguido y uno de los más importantes maestros de la ley, le abrieron la boca a la fuerza para obligarlo a comer carne de cerdo. Esa carne estaba prohibida por la ley de Dios.
19-20 Pero él prefirió morir con honor, en vez de seguir viviendo humillado. Después de escupir la carne, se dirigió decididamente al lugar donde lo iban a matar. Aunque sabía que perdería la vida, se comportó como deben hacerlo quienes tienen el valor de obedecer a Dios.
21 Los encargados de obligar a Eleazar a comer carne de cerdo, lo conocían desde hacía mucho tiempo. Por eso, lo llevaron aparte y le propusieron que mandara traer carne permitida por la ley, y que él mismo hubiera preparado. El plan era que comiera de esa carne para que todos pensaran que había obedecido la orden del rey.
22 De esa manera intentaban salvar a Eleazar, pues eran sus amigos desde hacía mucho tiempo.