18 Al anciano Eleazar, que era una persona de aspecto distinguido y uno de los más importantes maestros de la ley, le abrieron la boca a la fuerza para obligarlo a comer carne de cerdo. Esa carne estaba prohibida por la ley de Dios.
19-20 Pero él prefirió morir con honor, en vez de seguir viviendo humillado. Después de escupir la carne, se dirigió decididamente al lugar donde lo iban a matar. Aunque sabía que perdería la vida, se comportó como deben hacerlo quienes tienen el valor de obedecer a Dios.
21 Los encargados de obligar a Eleazar a comer carne de cerdo, lo conocían desde hacía mucho tiempo. Por eso, lo llevaron aparte y le propusieron que mandara traer carne permitida por la ley, y que él mismo hubiera preparado. El plan era que comiera de esa carne para que todos pensaran que había obedecido la orden del rey.
22 De esa manera intentaban salvar a Eleazar, pues eran sus amigos desde hacía mucho tiempo.
23 Sin embargo, Eleazar actuó con madurez, de acuerdo con su edad. Respetó su ancianidad, y dio una vez más el buen ejemplo que había dado toda su vida. Pero sobre todo, obedeció la santa ley de Dios. Por eso les dijo:«¡Mátenme de una vez!
24 Estaría muy mal que a mi edad cometiera ese engaño. No quiero que los jóvenes vean que a los noventa años de edad cambié de religión.
25 No quiero que mi pueblo caiga en el error por mis engaños y por mi interés de vivir unos pocos años más. Si hago lo que ustedes me dicen, viviría lleno de vergüenza y humillación los pocos años que me quedan de vida.