23 Sin embargo, Eleazar actuó con madurez, de acuerdo con su edad. Respetó su ancianidad, y dio una vez más el buen ejemplo que había dado toda su vida. Pero sobre todo, obedeció la santa ley de Dios. Por eso les dijo:«¡Mátenme de una vez!
24 Estaría muy mal que a mi edad cometiera ese engaño. No quiero que los jóvenes vean que a los noventa años de edad cambié de religión.
25 No quiero que mi pueblo caiga en el error por mis engaños y por mi interés de vivir unos pocos años más. Si hago lo que ustedes me dicen, viviría lleno de vergüenza y humillación los pocos años que me quedan de vida.
26 Y aunque ahora me salvara del castigo humano, ni vivo ni muerto escaparía del castigo del Dios todopoderoso.
27 Por respeto a mis canas, prefiero morir como un valiente.
28 Así les dejaré a los jóvenes un ejemplo digno de imitar. ¡Muero valientemente por nuestras santas y valiosas leyes!»Apenas terminó de hablar, Eleazar caminó hacia el lugar donde lo iban a matar.
29 Los que lo llevaban pensaron que el anciano se había vuelto loco, y en vez de ser amables con él lo trataron con dureza.