15 De inmediato empezaron a torturar al quinto.
16 Y él, mirando fijamente al rey, le dijo: «Aunque tienes el poder para hacer con la gente lo que quieres, no te olvides que eres un simple mortal. No creas que Dios nos ha abandonado.
17 Dentro de poco tiempo vas a conocer el poder de Dios, pues él te va a torturar a ti y a tus descendientes».
18 Después trajeron al sexto. Cuando estaba a punto de morir, le dijo al rey: «No te engañes. Es cierto que hemos sufrido mucho, pero estas desgracias nos han sucedido porque ofendimos a nuestro Dios.
19 Pero como tú te has atrevido a luchar contra él, no creas que te librarás del castigo».
20 Sin duda alguna, la madre de estos muchachos es la que más merece ser recordada y admirada. Aunque en un solo día vio morir a sus siete hijos, todo lo soportó con mucho valor y buen ánimo, gracias a su esperanza en Dios.
21 Con el sentimiento de una madre, pero con el valor de un guerrero, ella animaba a cada uno de sus hijos, diciéndoles en su propio idioma: