33 Pero nuestro Dios, que vive por siempre, se ha enojado con nosotros por poco tiempo. Si ahora nos castiga para corregirnos, luego volverá a reconciliarse con nosotros.
34-35 Y tú, que eres el criminal más grande del mundo, deja a un lado tu orgullo; ¡no pongas tu esperanza en lo que no vale nada! No levantes más tu mano contra los hijos del Dios todopoderoso, pues él todo lo ve y no escaparás de su castigo.
36 Es verdad que mis hermanos sufrieron aquí un breve tormento, pero ahora están disfrutando de la vida eterna que Dios ha prometido. Tú, en cambio, te crees superior a todos, pero recibirás el castigo que te mereces.
37 Yo, al igual que mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por obedecer las leyes de nuestros antepasados. Pido a Dios que pronto tenga misericordia de su pueblo. Pero también le pido que a ti te castigue con muchos tormentos y desgracias, hasta que reconozcas que nuestro Dios es el único Dios.
38 Nuestro sufrimiento es justo, pero le suplico al Dios todopoderoso que mis hermanos y yo seamos los últimos en ser castigados por él. ¡Que su enojo se detenga de una vez por todas!»
39 Ante estas burlas, el rey se enojó tanto que torturó a este muchacho más que a los otros.
40 Y también este joven murió, sin haber cometido ninguna falta contra la ley, y con toda su confianza puesta en Dios.