8 Y como él respondió en su idioma materno: «¡No comeré!», le hicieron lo mismo que al primero.
9 Cuando estaba a punto de morir, le dijo al rey: «¡Asesino! Podrás quitarnos la vida, pero Dios, el Rey de este mundo, nos resucitará y nos dará la vida eterna. Dios hará esto por nosotros, pues morimos por obedecer sus leyes».
10 Luego, empezaron a torturar al tercero. Cuando le ordenaron que sacara la lengua, lo hizo de inmediato. Valientemente extendió los brazos
11 y dijo: «Dios me dio esta lengua y estos brazos, pero por amor a sus leyes estoy dispuesto a perderlos. Estoy seguro de que un día Dios me los devolverá».
12 Y al ver cómo el joven soportaba las torturas, el rey y sus acompañantes quedaron muy sorprendidos.
13 Cuando este joven murió, empezaron a torturar al cuarto.
14 Y cuando ya estaba a punto de morir, le dijo al rey: «¿Qué importa morir a manos de los hombres, cuando uno tiene la esperanza de que Dios lo resucitará? Para ti, en cambio, no habrá resurrección».