9-10 »Tú, Jerusalén,lloras y te retuerces de dolor,como si fueras una mujera punto de tener un hijo.Pero no hay razón para que llores;¡tienes rey y no te faltan consejeros!Más bien, lloraporque tus habitantes te abandonarány vivirán en el campo,y después serán llevados a Babilonia.Sin embargo, yo los pondré en libertad;¡yo mismo los librarédel poder de sus enemigos!