1 Tobit había calculado cuánto tardaría su hijo en ir y volver de Ragues. Cuando vio que su hijo tardaba más de lo esperado,
2 dijo: «¿Habrá tenido algún problema? ¿O será que Gabael murió y no hay quien le entregue la plata a mi hijo?»
3 Y empezó a preocuparse.
4-5 Por su parte, Ana, la madre de Tobías, lloraba, y con mucha tristeza decía:—¡Mi hijo ha muerto y no regresará! ¡Ay, hijo mío!, ¿por qué te dejé ir, si eras la luz de mis ojos?
6 Tobit trataba de consolarla, y le decía:—¡Cálmate, querida, no te preocupes ni te pongas triste! Seguro que Tobías está sano y salvo, y pronto regresará. Algo lo habrá obligado a demorarse. Además, el hombre que lo acompaña es pariente nuestro, y podemos confiar en él.
7 Pero ella le contestó:—No trates de engañarme. ¡Nuestro hijo está muerto! ¡Cállate y vete de aquí!Ella no le hacía caso a nadie. Todos los días se levantaba y se quedaba mirando el camino por donde volvería su hijo. Cuando anochecía, entraba en la casa, se quejaba y lloraba toda la noche, sin poder dormir.