11 En todo ese tiempo, mi esposa Ana tuvo que trabajar preparando lana y haciendo tejidos.
12 Todo lo que hacía lo vendía, y sus clientes le pagaban.El día siete del mes de Distro, mi esposa terminó un tejido y se lo llevó a sus clientes. Ellos le pagaron el tejido, y además le regalaron un cabrito.
13 Cuando mi esposa llegó a la casa, el cabrito comenzó a balar. Entonces la llamé y le pregunté:—¿Cómo llegó ese cabrito a la casa? ¿Acaso lo robaste? Devuélvelo a su dueño. No podemos comer un animal robado.
14 Ella me contestó:—Mis clientes me pagaron el tejido, y además me regalaron este cabrito.Yo no le creí, y avergonzado por lo que ella había hecho, le ordené que le devolviera el cabrito a su dueño. Entonces ella protestó, y me dijo:—¿De qué te sirvió ser tan bondadoso y tan justo? ¡No te ha servido para nada!