25 Si una persona ofende a otra, Dios puede decidir quién tiene la razón; pero si alguien ofende a Dios, no hay quien pueda defenderlo».Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso al regaño de su padre. Además, Dios ya había decidido quitarles la vida.
26 Mientras tanto, el niño Samuel seguía creciendo, y Dios y la gente lo querían mucho.
27 Dios envió a un profeta para que le diera este mensaje a Elí:«Yo me di a conocer a tus antepasados cuando ellos eran esclavos del rey de Egipto.
28 Entre todas las tribus de Israel, elegí a tu familia para que sus descendientes fueran mis sacerdotes. Les di el privilegio de ofrecer sacrificios en mi altar, de quemar incienso, de vestir las túnicas sacerdotales y de comer de las ofrendas del pueblo.
29 ¿Por qué no das importancia a los sacrificios y a las ofrendas que mandé presentar en mi santuario? Tú les das más importancia a tus hijos que a mí. Ellos están cada día más gordos, porque se quedan con lo mejor de las ofrendas que el pueblo me trae.
30 »Yo les había prometido a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis sacerdotes. Pero ya no será así. Yo aprecio a los que me aprecian, pero desprecio a los que me desprecian.
31-33 Viene el día en que toda tu familia perderá importancia; ninguno de tus hijos llegará a viejo. Los pocos que queden como sacerdotes te harán sufrir mucho y también morirán jóvenes. Y tú serás testigo del bien que haré a mi pueblo.